Gerigk, Horst-Jürgen (2012), Dichterprofile. Tolstoj, Gottfried Benn, Nabokov, Universitätsverlag Winter, Heidelberg.
Horst-Jürgen Gerigk es probablemente un autor poco conocido entre el gran público debido al hecho de que su obra se encuentra hasta el día de hoy sin traducir al español. De formación filológica y filosófica (entre sus maestros se encuentran Dimitri Čiževski y Hans-Georg Gadamer), este investigador alemán nacido en Berlín en el año 1937 es, no obstante, un reconocido especialista en la literatura rusa del siglo XIX y, en concreto, en su recepción en la sociedad norteamericana del siglo XX. Asimismo, es una destacada autoridad mundial en Dostoievski, a quien ha dedicado innumerables estudios y ha promocionado como miembro fundador en 1971 de la International Dostoevsky Society (www.dostoevsky.org).
La obra que se presenta a continuación es una recopilación de tres ensayos dedicados a L. Tolstói, a G. Benn y a V. Nabokov. La intención del profesor Gerigk a la hora de presentar a estos tres escritores tan aparentemente dispares bajo el título de «perfiles de poetas» (Dichterprofile) es la de mostrar que, aunque en sus obras se encuentren ideas filosóficas, religiosas o antropológicas, el investigador no ha de olvidar que se enfrenta ante un conjunto de textos esencialmente literarios que representan el «producto destilado de su existencia poética» (pág. 10).
El ensayo que inaugura esta obra está dedicado a León Tolstói («Lew Tolstoj. Ein Porträt zu seinem 100. Todestag»; León Tolstói. Un retrato en su 100º aniversario; págs. 15-75) y en él se trata la importante cuestión hermenéutica de cómo se ha de leer a un autor que a lo largo de la historia de su recepción ha sido considerado «como escritor, como moralista y como crítico de la cultura» (pág. 17). La respuesta de Gerigk es tajante: «El crítico de la cultura, el pensador cristiano y el pedagogo salen del escritor. No al revés» (pág. 22). Es decir, a Tolstói hay que considerarlo, ante todo, un escritor que sólo posteriormente critica, teoriza, moraliza o sermonea, como se observa en el epílogo a La sonata Kreutzer (íbid.).
Acto seguido, Horst-Jürgen Gerigk se centra en la problemática tolstoiana de los peligros que conlleva la socialización del individuo. En este contexto, Gerigk traza toda una serie de paralelismos con la obra de Heidegger Ser y tiempo (1927), destacando cómo el filósofo alemán se hace eco de La muerte de Iván Ilich para ilustrar su reflexión acerca del «Ser-sí-mismo cotidiano y el uno» (§ 27, Alltägliche Selbstsein und das Man). Así, de la misma manera que la obra de Heidegger permite comprender muchos aspectos fundamentales del texto del escritor ruso, éste, a su vez, constituye «la mejor introducción que uno se puede imaginar a Ser y tiempo de Heidegger» (pág. 26).
Tras el análisis y el esclarecimiento de algunos aspectos claves de Guerra y paz (pág. 31-73), Gerigk hace una breve referencia a Ana Karenina, descartando que se trate en absoluto de una historia de amor. El objetivo del escritor ruso con esta obra era presentar ante el lector «una denuncia anti-romántica de la obsesión sexual, una denuncia en nombre de una ética conservadora, cuyos representantes modelos son Constantin Levin y la señora Kitty (quienes llevan un matrimonio feliz)» (pág. 74).
El segundo ensayo está dedicado a Gottfried Benn («Der empirische Mensch. Gottfried Benns anthropologische Prämisse»; El hombre empírico. Las premisas antropológicas de Gottfried Benn, págs. 77-93), de quien se intenta descifrar sus premisas antropológicas con la ayuda de la distinción kantiana entre homo noumenon y homo phaenomenon que, aplicada a Benn, se refleja en «el hombre inteligible» y «el hombre empírico». Identificándose estos dos tipos de hombres en la historia de la literatura con el género de la «tragedia» y de la «comedia» respectivamente, Gerigk señala cómo «el hombre inteligible» habría estado presente hasta prácticamente Schiller y Dostoievski, siendo a partir del autor de El idiota que aparece en primer plano «el hombre empírico» (págs. 78-80).
En este contexto, Benn se presenta como un defensor del hombre empírico con su obra lírica (pág. 80-88) y, sobre todo, con su «testamento espiritual» Drei alte Männer (Tres ancianos). De esta última, Gerigk destaca la crítica realizada a dos de los más «poderosos abogados del hombre inteligible», es decir, a Schiller y a Dostoievski, a los que se les acusa de convertir todo postulado moral en un ideal ilusorio, es decir, «fantasmagórico» al ignorar en sus obras al hombre empírico (pág. 92).
Con Vladímir Nabokov se entra en el tercer y último ensayo que comprende esta obra dedicada a exponer «perfiles de poetas» («Vladimir Nabokov. Skizze seiner Sozialisation und ihre Folgen»; Vladímir Nabokov. Esbozo de su socialización y sus consecuencias; págs. 96-118). Tras delinear toda una serie de paralelos vitales con Thomas Mann (págs. 98-99) y con Aleksandr Solženitsyn (págs. 100-103), Gerigk se centra en las obras de Nabokov Máshenka, Pnin y Lolita con la intención de destacar la gran influencia de Dostoievski que se puede detectar en ellas. Las evidentes semejanzas entre Lolita (1955) y Crimen y castigo (págs. 110-118) le permiten a Gerigk explicar los motivos de la supuesta antipatía de Nabokov hacia Dostoievski, argumentando que el único propósito de esta crítica era preservar «sus pretensiones de originalidad» en el arte de la creación literaria subjetiva (pág. 113).
Como se puede observar, el estudio de Horst-Jürgen Gerigk es de gran utilidad no sólo para el interesado en profundizar en la obra de Tolstói, Benn o Nabokov, sino también para el especialista en Dostoievski. En efecto, gracias a las distintas comparaciones que establece el investigador alemán en sus exposiciones, al estudioso de la obra de Dostoievski se le ofrecen toda una serie de nuevas claves interpretativas que le ayudarán a comprender mejor la producción del genial escritor ruso, así como también su innegable huella e influencia en la literatura universal.
Jordi Morillas