Tamara Djermanovic: Dostoyevski entre Rusia y Occidente. Editorial Herder, Barcelona 2006.
La aparición de una obra sobre F. M. Dostoievski constituye siempre un motivo de alegría debido a los relativamente pocos estudios que sobre el escritor ruso se encuentran en el mercado español. Es por ello que la publicación por parte de la editorial Herder de Barcelona del libro de Tamara Djermanovic, Dostoyevski entre Rusia y Occidente, constituye un acontecimiento a celebrar.
Esta obra se nos presenta como una síntesis reelaborada de la tesis doctoral de la autora, dirigida por el profesor Rafael Argullol, de la Universidad Pompeu Fabra de Barcelona, y pretende analizar la creación literaria de Dostoievski en tanto que exponente del diálogo y ‘enfrentamiento’ entre Oriente y Occidente, entre la cosmovisión rusa o eslava y el mundo europeo de origen greco-latino. Todo ello se quiere reflejar a través del estudio de dos de las obras que componen ‘las cinco grandes novelas de ideas’ de Dostoievski, es decir, en este caso, de Los demonios y de Los hermanos Karamázov, así como también de Apuntes del subsuelo, escrito que constituye un punto de inflexión en la producción del novelista ruso, puesto que será a partir de entonces cuando tendrá lugar la crítica sistemática al nihilismo y a la modernidad.
Con todo, a pesar de la interesante propuesta de Tamara Djermanovic, la cientificidad y la seriedad del libro se ven gravemente comprometidas a causa de toda una serie de deficiencias académicas tanto formales como de contenido. Así, bajo lo que podríamos calificar como errores metodológicos, hallamos el hecho de que se ignoren las traducciones españolas existentes a la hora de citar (pp. 14-15), se califique a la edición crítica por antonomasia a día de hoy de «diríase crítica» (p. 15) y se dé un cierto desorden al citar el epistolario de Dostoievski, puesto que por un lado se utiliza la edición crítica rusa, para pasar a continuación a citar a través de diversas ediciones, lo cual resulta confuso para el lector, sea éste medio o especializado. [1] A ello habría que añadir los criterios de transliteración utilizados, que son calificados de «personales», [2] no atendiendo a la cuestión de que existen unos criterios a escala internacional de transcripción del ruso (ISO), los cuales todo especialista debe utilizar si desea ser entendido (p. 15) y que no dan lugar a la arbitrariedad del estudioso. [3] Asimismo, hay que señalar también la falta de homogeneización a la hora de citar textos tanto de autores rusos [4] como europeos,[5] así como también la constante no identificación de citas [6] o la mención de obras inexistentes.[7]
Por lo que atañe a cuestiones de contenido, sin ánimo tampoco de ser exhaustivos, se pueden mencionar en primer lugar una serie de insuficiencias bibliográficas en el tratamiento de la historia de Rusia (Nikolai Karamzín, aun cuando sea una referencia clave, en especial para los rusos, no se puede tomar como base en exclusiva; pp. 41 y ss.), la cuestión iconográfica rusa (pp. 44-47), los raskolniki (pp. 56-58) o el contexto filosófico de la Rusia del siglo XIX (pp. 65 y ss.). La autor ignora simplemente gran parte de la bibliografía existente en ruso, en inglés, en alemán, en francés y en italiano sobre los temas que aquí se tratan.[8] La predilección por parte de Tamara Djermanovic a utilizar la Biblia de Jerusalén a la hora de citar textos bíblicos en un estudio sobre un cristiano ortodoxo como Dostoievski es algo que merece ser, sin duda, destacado.
Junto a ello, cabría mencionar el hecho de que se caracterizan a figuras tan importantes y decisivas para la historia del pensamiento ruso como Belinski y Herzen a través de los juicios de Berdaiev (pp. 70 y ss.), se sostienen tesis sin apoyo argumentativo o bibliográfico alguno;[9] se ignora, a la hora de tratar el nihilismo ruso (pp. 95-96), a Dimitri Písarev,[10] el nihilista por excelencia de la época, que estuvo, además, en diálogo con Dostoievski;[11] se subestima el valor que la obra de Charles Darwin El origen de las especies (traducido al ruso en 1864) tuvo para los nihilistas rusos de la década de 1860 (pp. 110-111)[12] o se acusa a los intelectuales rusos de la década de 1840 de ‘nihilistas’ (p. 127), cuando el «nihilismo» ruso surgió en la década de los años 1860 con la rebelión estudiantil por los escasos resultados de las reformas llevadas a cabo por parte del Zar Alejandro II, como recogen los propios testimonios de la época.[13]
Un estudio sobre Dostoievski y su pensamiento en torno a la cuestión de Rusia y Occidente no puede apoyarse casi exclusivamente en la biografía de Joseph Frank, que si bien tiene el mérito de aportar muchos datos y ser exhaustiva, deja mucho que desear en lo que se refiere al terreno de las ideas. Así, afirmar en la página 331 que «Dostoyevski con frecuencia alude a su idea de que el radicalismo contemporáneo y el socialismo derivan del cristianismo» y citar como referencia a J. Frank, en lugar de señalar el texto de El idiota, en el cual el protagonista, el príncipe Myshkin, expresa ya este pensamiento de manera clara y argumentada o El diario de un escritor, resulta cuanto menos sorprendente.
Asimismo, conviene citar la nota 457, cuando se afirma que «La tendencia de comparar a Dostoyevski con Nietzsche y no con Cristo surgió entre los pensadores de origen judío, como Lev Shestov y Aron Steinberg» (p. 352). El primero en hacer referencia a una posible comparación con Nietzsche fue, en efecto, un pensador judío, Georg Brandes, en correspondencia con el propio filósofo alemán y en sus ensayos sobre Nietzsche y Dostoievski, mas los primeros en hablar de una comparación científica y elaborada fueron Leo Berg en 1897 en su obra Der Übermensch in der modernen Litteratur, Paris-Leipzig-München 1897, D. Merezhkovski en su obra L. Tolstoi y F. Dostoievski (San Petersburgo 1901-1902) o L. A. Slovojotov en 1918 en su discurso pronunciado en Saratov titulado ¿Tenía razón el Raskólnikov de F. M. Dostoievski? La investigación tanto nietzscheana como dostoievskiana, si bien debe mucho a los estudios de Lev Shestov, ha seguido por otros caminos y compara no sólo a Dostoievski con Nietzsche, sino también con Cristo.[14]
Como el lector podrá observar con estos ejemplos, la obra de Tamara Djermanovic se inserta claramente en la serie de publicaciones típicas de la universidad catalana,[15] que vive de la imagen y de la ignorancia de los demás, ignorancia que, con tanto ahínco, ella misma se esfuerza en fomentar. Es, en definitiva, una lástima que una editorial como Herder, que ha publicado obras de gran calidad científica, haya sacado al mercado un estudio que carece de las bases académicas mínimas necesarias para ser tomado en serio y que constituye, en pocas palabras, un fraude y un engaño al lector interesado en Dostoievski.
Jordi Morillas
[1] Se dice en la pág. 15: «Las cartas de Dostoyevski se citan con la fecha y el destinatario, dado que se han consultado ediciones distintas de su correspondencia y que, asimismo, esto puedo facilitar al lector la búsqueda en la lengua y edición que prefiera». Si uno se fija en las cartas mencionadas en el texto, verá que se cita primero de la edición crítica (pp. 91 y 93), para pasar posteriormente a no citar edición alguna (pp. 145, 147, 160, etc.) o citarlas a través de bibliografía secundaria (p. 161, por ejemplo).
[2] Encontramos ejemplos de lo inadecuado de tal método en las pp. 70, 97, 154 ó 180 y, sobre todo, en la p. 141, donde se inicia un tipo de transcripción ‘a la francesa’. Asimismo, señalar cómo una misma palabra se transcribe de manera diferente en las pp. 57 y 63 y que en español se dice ‘decembrista’, no ‘decabrista’, calco demasiado directo del ruso (p. 67).
[3] Un ejemplo en lo que se refiere a la transcripción al español lo ofrece, por otro lado, la profesora de la Universidad Complutense de Madrid María Sánchez Puig: «Problemas de transcripción del ruso al castellano. Análisis y propuesta», en Revista de lingüística aplicada (1990) o la sugerida por Julio Calonge Ruiz en su Transcripción del ruso al español. Editorial Gredos, Madrid 1969.
[4] A Herzen, por ejemplo, se le cita tanto a través de bibliografía secundaria (pp. 72 y ss.) como por la edición crítica rusa de sus obras (p. 81).
[5] Como pasa con J. W. von Goethe, a quien se le cita indistintamente tanto por la edición española de José María Valverde (pp. 103 y 201) como por la alemana, sin citar su correspondencia con la española (p. 186).
[6] En la nota 403 (p. 317) se menciona, por ejemplo, un pasaje del diario de Anna Grigorievna, la segunda esposa de Dostoievski, sin ofrecer la referencia.
[7] Como La voluntad de poder, obra editada póstumamente a partir de diversos fragmentos dejados por F. Nietzsche por su hermana Elisabeth Förster-Nietzsche en colaboración con Peter Gast. Esta obra no sólo no existe, sino que la edición crítica alemana no la contempla como tal, ordenando los fragmentos que la componen de manera cronológica. La edición citada por la autora serbia, por otro lado, no sólo es pésima en cuanto a la traducción, sino en cuanto a la numeración de los fragmentos, puesto que no sigue ni siquiera la ordenación canónica impuesta por la edición de la hermana de Nietzsche en 1906. Correctamente, el texto que trae a colación Tamara Djermanovic (p. 195, nota 250) debería ser citado así: NF 11[411], Noviembre 1887 – Marzo 1888, KSA 13, 189.
[8] Una muestra de ello sería cuando en las pp. 202-206 se habla de Shatov, de su pensamiento y de su importancia para Dostoievski y no se menciona el decisivo estudio de Reinhardt Lauth, que aclara y dilucida cuestiones importantes exegéticas para el problema aquí planteado: «Die Bedeutung der Schatow-Ideologie für die philosophische Weltanschauung Dostojewskijs» en Münchener Beiträge zur Slavenkunde. Festgabe für Paul Diels. München 1953 (Veröffentlichungen des Osteuropa-Institutes München. 4), pp. 240-252 y que se halla también en su obra R. Lauth: Dostojewski und sein Jahrhundert. Mit einer Einl. von Hans Rothe. Bonn 1986 (en traducción española puede leerse ahora en Dostoievski. Su siglo y el nuestro. Traducción de Alberto Ciria, Prohom Edicions, Barcelona, 2005, pp. 63-81) o en la cuestión de la relación Dostoievski-Nietzsche en la que se cita únicamente el ya clásico estudio de L. Shestov Filosofía de la tragedia. Dostoievski y Nietzsche, San Petersburgo 1903 (p. 106).
[9] Como en la nota 409 (p. 321), donde se sostiene que Raskólnikov ‘se salva’ en el Epílogo de Crimen y Castigo, no prestando atención a toda una polémica todavía hoy candente en la bibliografía secundaria, no sólo rusa, sino también occidental, sobre una cuestión tan delicada como es la redención de Raskólnikov.
[10] Sólo es citado, sin dar referencia bibliográfica alguna, en nota 120, de la página 128.
[11] Para la personalidad y el pensamiento de D. Písarev, véase la todavía hoy obra de referencia de Armand Coquart: Dmitri Pisarev (1840-1868) et l’idéologie du nihilisme russe, París 1946.
[12] Véase, para ello, el extenso ensayo que le dedicó Dimitri Písarev «El progreso en el mundo animal y vegetal» y el estudio, entre otros muchos, de J. A. Rogers: «The Russian Populists’ Response to Darwin», Slavic Review, Vol. 22, No. 3 (Sep., 1963), pp. 456-468.
[13] Cfr. Sergei Michailovich Stepaniak-Kravcinski: Rusia bajo el poder del Zar. La Rusia subterránea. Moscú 1987, así como M. Confino: «Révolte juvénile et contre-culture: les nihilistes russes des ‘années 60’», en Cahiers du Monde russe et soviétique, XXXI (4), octobre-décembre 1990, pp. 489-538.
[14] Un estudio reciente sobre la relación Dostoievski-Nietzsche podría ser el de Renate Müller-Buck: «‘Der einzige Psychologe, von dem ich etwas zu lernen hatte’: Nietzsche liest Dostoevskij», Dostoevsky Studies, 6 (2002), pp. 89-118 o Antonio y Jordi Morillas: «Bases filológicas para una comparación entre F. M. Dostoievski y F. Nietzsche», Estudios Nietzsche, 11 (2011), pp. 163-190.
[15] A la cual parece ser que hay que rendir pleitesía como se muestra en la página 14, cuando la autora serbia, que redacta en teoría en español, no sólo escribe Cataluña en catalán («Catalunya»), sino también cuando se sitúa esta Comunidad Autónoma perteneciente al Estado español al mismo nivel que España o Rusia.